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Beber no es un juego

Los niños y los adolescentes absorben el alcohol más rápidamente que los adultos y sus hígados lo metabolizan con menos eficacia. Los propios adolescentes reconocen que no beben de manera social, como lo hacen los adultos normalmente, sino para cogerse el puntillo o emborracharse.

La atracción por lo prohibido

La adolescencia y preadolescencia es el tiempo en el cual la persona crece y se desarrolla física, psicológica, emocional y socialmente. Es un periodo dinámico de renovación y de continuos cambios, una auténtica revolución hormonal y una tormenta de sentimientos contradictorios. Está considerada como una etapa emocional y nutricional inestable, con fuerte atracción por lo que se considera prohibido, peligroso y susceptible de riesgo. La vulnerabilidad psíquica del adolescente es muy influenciable por los medios de comunicación sobre las tendencias, las modas, la música, las dietas, las bebidas refrescantes o alcohólicas, que inciden en las pautas de conducta, nutricionales y de comportamiento de estilo de vida.

Se ponen en evidencia ante sus amigos



PARA PENSAR...
• Habla con tu hijo y pídele que no beba en ninguna circunstancia. Pon tu confianza en él y dale una oportunidad si bebió por primera vez la noche de fin de año.
• Explícale que ni el café, ni la ducha fría, ni vomitar, ni hacer ejercicio le ayudarán a perder una borrachera. Son falacias, solo el tiempo hace que el cuerpo pueda liberarse del alcohol.
• Si de verdad quieres plantar cara al consumo precoz de alcohol, proponte recuperar la cultura del "no" y del "castigo responsable", frente a las extendidas posturas de permisividad absoluta de los padres.
• Si tu hijo va a acudir a una fiesta en la que sabe que habrá bebidas alcohólicas, debe pensar en una estrategia de antemano. Por ejemplo, él y un amigo podrían ponerse de acuerdo en alguna señal que indique que es hora de retirarse.
• Observa cómo "anda" la autoestima de tu hijo. Quienes poseen una autoestima elevada tienen menos posibilidades de convertirse en bebedores con problemas, que quienes la poseen baja.
• Pero sobre todo, hazle ver que todos decidimos si bebemos y cuánto; incluso los adultos. Que compruebe por sí mismo que puede disfrutar de una fiesta o de otro evento con la misma intensidad, o más intensamente, si no consume alcohol. Y como su sistema nervioso central estará trabajando como debe, recordará mejor lo bien que se lo pasó.
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Los niños y los adolescentes absorben el alcohol más rápidamente que los adultos y sus hígados lo metabolizan con menos eficacia. Los propios adolescentes reconocen que no beben de manera social, como lo hacen los adultos normalmente, sino para cogerse el puntillo o emborracharse.

La atracción por lo prohibido

La adolescencia y preadolescencia es el tiempo en el cual la persona crece y se desarrolla física, psicológica, emocional y socialmente. Es un periodo dinámico de renovación y de continuos cambios, una auténtica revolución hormonal y una tormenta de sentimientos contradictorios. Está considerada como una etapa emocional y nutricional inestable, con fuerte atracción por lo que se considera prohibido, peligroso y susceptible de riesgo. La vulnerabilidad psíquica del adolescente es muy influenciable por los medios de comunicación sobre las tendencias, las modas, la música, las dietas, las bebidas refrescantes o alcohólicas, que inciden en las pautas de conducta, nutricionales y de comportamiento de estilo de vida.

Se ponen en evidencia ante sus amigos



PARA PENSAR...
• Habla con tu hijo y pídele que no beba en ninguna circunstancia. Pon tu confianza en él y dale una oportunidad si bebió por primera vez la noche de fin de año.
• Explícale que ni el café, ni la ducha fría, ni vomitar, ni hacer ejercicio le ayudarán a perder una borrachera. Son falacias, solo el tiempo hace que el cuerpo pueda liberarse del alcohol.
• Si de verdad quieres plantar cara al consumo precoz de alcohol, proponte recuperar la cultura del "no" y del "castigo responsable", frente a las extendidas posturas de permisividad absoluta de los padres.
• Si tu hijo va a acudir a una fiesta en la que sabe que habrá bebidas alcohólicas, debe pensar en una estrategia de antemano. Por ejemplo, él y un amigo podrían ponerse de acuerdo en alguna señal que indique que es hora de retirarse.
• Observa cómo "anda" la autoestima de tu hijo. Quienes poseen una autoestima elevada tienen menos posibilidades de convertirse en bebedores con problemas, que quienes la poseen baja.
• Pero sobre todo, hazle ver que todos decidimos si bebemos y cuánto; incluso los adultos. Que compruebe por sí mismo que puede disfrutar de una fiesta o de otro evento con la misma intensidad, o más intensamente, si no consume alcohol. Y como su sistema nervioso central estará trabajando como debe, recordará mejor lo bien que se lo pasó.

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