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miércoles

Lectio Divina. Domingo 28o. Tiempo Ordinario

Lectio Divina. Domingo 28o. Tiempo Ordinario
Tiempo Ordinario Ciclo C. Oración con el Evangelio.

Lc 17, 11-19


1. INVOCA


  • El Señor quiere decirte su Palabra, que es vida para ti. Ábrete a su inspiración. Sé consciente de que el Señor está dentro de ti, te ama y desea lo mejor para tu existencia.

  • El mismo Espíritu que inspiró los libros sagrados a los escritores también está listo para inspirarte el sentido de la Palabra.

  • Recemos unos por otros: En el principio, tu Palabra

    En el principio, tu Palabra,
    antes que el sol ardiera,
    antes del mar y las montañas,
    antes de las constelaciones,
    nos amó tu Palabra.

    Desde tu seno, Padre,
    era sonrisa su mirada,
    era ternura su sonrisa,
    era calor de brasa.

    Todo se hizo nuevo,
    todo salió sin mancha,
    desde el arrullo del río
    hasta el rocío y la escarcha;
    nuevo el canto de los pájaros,
    porque habló tu Palabra.

    Y nos sigues hablando todo el día,
    aunque matemos la mañana
    y desperdiciemos la tarde,
    y asesinemos la alborada.
    Como una espada de fuego,
    en el principio, tu Palabra.

    Llénanos de tu presencia, Padre.
    Espíritu, satúranos de tu fragancia.
    Danos palabras para responderte,
    Hijo, eterna Palabra. Amén.



    2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Lc 17, 11-19) (Qué dice la Palabra de Dios)

    Contexto


  • Lucas es el único evangelista que nos relata este encuentro de Jesús con los diez leprosos.

  • Los leprosos, por su enfermedad física, estaban condenados a la marginación en aquella sociedad. Y, ¡peor todavía!, eran los malditos de Dios, porque su enfermedad era consecuencia de algún pecado grave que habían cometido. Así era la mentalidad de aquella época.

  • Jesús va camino de Jerusalén, pasando entre Galilea y Samaría. Lucas une así las tres regiones o provincias (Jerusalén era capital de la provincia de Judea). Tal vez, este apunte geográfico nos quiere decir que el mensaje y la actuación salvadora de Jesús (que va a consumar en Jerusalén) quiere llegar a todos.

    Texto

  • El tema central de este relato es la gratitud. Diez leprosos quedan limpios. Sólo uno regresa a agradecer a Jesús este favor tan significativo en su vida. Destaquemos los personajes:

    1. Jesús

  • El rostro misericordioso del Padre, viene a devolver a los humanos su dignidad como personas y como hijos de Dios. El milagro es el signo externo que manifiesta la gracia transformadora que el Señor está ofreciéndonos constantemente.

  • Él nos da la vida, la salud, las oportunidades de crecer. Y todo nos lo da gratuitamente. Sin merecerlo. ¡Por pura gracia han sido salvados! (Ef 2, 5). Todo es regalo de Dios.

  • Y esto, no porque seamos buenos o por nuestros méritos. Sino por puro don del amor de Dios.

  • Por eso, Jesús insiste en el agradecimiento. Y siente que los nueve curados no regresen a manifestárselo.

    2. El leproso

  • Es un samaritano, un hereje, que estaba excluido de la salvación, según la opinión de los judíos. Una situación calamitosa en su cuerpo y en su espíritu.

  • Reconoce el poder y la misericordia de Dios y lo ve personificado en aquel Maestro y Mesías.

  • En este “hereje” actúa la fe (tu fe te ha salvado, - v. 19). No se siente confiado en sí mismo ni en sus virtudes ni méritos. No se deja dominar por su enfermedad ni por su marginación ni por la condenación de los otros, porque es leproso.

  • Y, sobre todo, regresa a agradecer a Jesús el regalo de la curación, alabando a Dios en voz alta, y se postró a los pies de Jesús, dándole gracias (vs. 15-16).

  • Es la actitud del verdadero creyente: reconocer lo que el Señor regala, darle gracias, alabarle.

    3. Los otros leprosos

  • Se portan con ingratitud. No reconocen el don recibido. Se quedan solamente en la religiosidad exterior. Cumplen con el rito de ir a los sacerdotes para “recibir el certificado” de que ya quedaron limpios de la lepra. Se olvidan de lo más importante: agradecer al Señor el don de la curación.

  • Se privan así del mayor regalo: reconocer que Jesús es el Mesías y recibir la plenitud del don: la fe, confianza total en el Señor.

  • Son la imagen de aquellos que confían en sí mismos. Que han convertido la relación con Dios en un ritualismo: cumplir, obedecer la ley, obedecer los mandamientos. Y que se creen buenos porque cumplen la Ley, pensando que la Ley los salva.


    3. MEDITA (Qué me dice la Palabra de Dios)

  • ¿Con qué personaje me identifico más? ¿Con qué actitud me presento habitualmente ante Dios?

  • ¿Reconozco todos los dones que el Padre me regala, y, sobre todo, el mayor regalo de su Hijo Jesús?

  • ¿Cuánto tiempo dedico cada día a la alabanza y al agradecimiento por lo que soy, gracias al amor que mi Padre me tiene y me manifiesta en Jesús?


    4. ORA (Qué le respondo al Señor)

  • Dedico estos minutos a agradecer al Señor vivamente por todo lo que me ha regalado y me sigue regalando: ser hijo suyo por el bautismo, discípulo y hermano de su Hijo Jesús, hermano con los hermanos, las personas, y más, los cristianos.

  • Recordar el himno que Pablo trae al principio de su carta a los Efesios (1, 3- 14):

  • Él nos eligió en Cristo... él nos destinó... movido por su amor... para ser un himno de alabanza a la gloriosa gracia que derramó sobre nosotros por medio de su Hijo querido.

  • Reconozco y agradezco al Señor todos los dones que me otorga gratuitamente.


    5. CONTEMPLA.

  • A Jesús, que hace el bien a todos sin discriminar por causa de la nacionalidad o de la situación en que se encuentra.

  • A Jesús que es el mejor regalo que el Padre nos da.

  • Al Padre, que, movido por su amor, nos eligió, nos predestinó en su Hijo Jesús para ser alabanza de su gloria.

  • Al Espíritu, que en Él hemos sido sellados y es garantía de nuestra gloria.


    6. ACTÚA

  • Quiero que mi vida (actitudes, sentimientos, intenciones, obras...) sea un himno de alabanza a su gloria (Ef 1, 6).

  • Cada día y a lo largo del día haré actos de confianza, de agradecimiento y de entrega al Padre el Amante, a Jesús el Amado y al Espíritu Santo el Amor (San Agustín ).

  • Recitamos: ¡Espada de dos filos!

    ¡Espada de dos filos
    es, Señor, tu Palabra!
    Penetra como fuego
    y divide la entraña.

    ¡Nada como tu voz,
    es terrible tu espada!
    ¡Nada como tu aliento,
    es dulce tu Palabra!

    Tenemos que vivir
    encendida la lámpara,
    que para virgen necia
    no es posible la entrada.
    No basta con gritar
    sólo palabras vanas,
    ni tocar a la puerta
    cuando ya está cerrada.

    Espada de dos filos
    que me cercena el alma.
    Que hiere a sangre y fuego
    esta carne mimada,
    que mata los ardores
    para encender la gracia.

    Vivir de tus incendios,
    luchar por tus batallas,
    dejar por los caminos
    rumor de tus sandalias.
    ¡Espada de dos filos
    es, Señor, tu Palabra! Amén.

  • Leer más
    Lectio Divina. Domingo 28o. Tiempo Ordinario
    Tiempo Ordinario Ciclo C. Oración con el Evangelio.

    Lc 17, 11-19


    1. INVOCA


  • El Señor quiere decirte su Palabra, que es vida para ti. Ábrete a su inspiración. Sé consciente de que el Señor está dentro de ti, te ama y desea lo mejor para tu existencia.

  • El mismo Espíritu que inspiró los libros sagrados a los escritores también está listo para inspirarte el sentido de la Palabra.

  • Recemos unos por otros: En el principio, tu Palabra

    En el principio, tu Palabra,
    antes que el sol ardiera,
    antes del mar y las montañas,
    antes de las constelaciones,
    nos amó tu Palabra.

    Desde tu seno, Padre,
    era sonrisa su mirada,
    era ternura su sonrisa,
    era calor de brasa.

    Todo se hizo nuevo,
    todo salió sin mancha,
    desde el arrullo del río
    hasta el rocío y la escarcha;
    nuevo el canto de los pájaros,
    porque habló tu Palabra.

    Y nos sigues hablando todo el día,
    aunque matemos la mañana
    y desperdiciemos la tarde,
    y asesinemos la alborada.
    Como una espada de fuego,
    en el principio, tu Palabra.

    Llénanos de tu presencia, Padre.
    Espíritu, satúranos de tu fragancia.
    Danos palabras para responderte,
    Hijo, eterna Palabra. Amén.



    2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Lc 17, 11-19) (Qué dice la Palabra de Dios)

    Contexto


  • Lucas es el único evangelista que nos relata este encuentro de Jesús con los diez leprosos.

  • Los leprosos, por su enfermedad física, estaban condenados a la marginación en aquella sociedad. Y, ¡peor todavía!, eran los malditos de Dios, porque su enfermedad era consecuencia de algún pecado grave que habían cometido. Así era la mentalidad de aquella época.

  • Jesús va camino de Jerusalén, pasando entre Galilea y Samaría. Lucas une así las tres regiones o provincias (Jerusalén era capital de la provincia de Judea). Tal vez, este apunte geográfico nos quiere decir que el mensaje y la actuación salvadora de Jesús (que va a consumar en Jerusalén) quiere llegar a todos.

    Texto

  • El tema central de este relato es la gratitud. Diez leprosos quedan limpios. Sólo uno regresa a agradecer a Jesús este favor tan significativo en su vida. Destaquemos los personajes:

    1. Jesús

  • El rostro misericordioso del Padre, viene a devolver a los humanos su dignidad como personas y como hijos de Dios. El milagro es el signo externo que manifiesta la gracia transformadora que el Señor está ofreciéndonos constantemente.

  • Él nos da la vida, la salud, las oportunidades de crecer. Y todo nos lo da gratuitamente. Sin merecerlo. ¡Por pura gracia han sido salvados! (Ef 2, 5). Todo es regalo de Dios.

  • Y esto, no porque seamos buenos o por nuestros méritos. Sino por puro don del amor de Dios.

  • Por eso, Jesús insiste en el agradecimiento. Y siente que los nueve curados no regresen a manifestárselo.

    2. El leproso

  • Es un samaritano, un hereje, que estaba excluido de la salvación, según la opinión de los judíos. Una situación calamitosa en su cuerpo y en su espíritu.

  • Reconoce el poder y la misericordia de Dios y lo ve personificado en aquel Maestro y Mesías.

  • En este “hereje” actúa la fe (tu fe te ha salvado, - v. 19). No se siente confiado en sí mismo ni en sus virtudes ni méritos. No se deja dominar por su enfermedad ni por su marginación ni por la condenación de los otros, porque es leproso.

  • Y, sobre todo, regresa a agradecer a Jesús el regalo de la curación, alabando a Dios en voz alta, y se postró a los pies de Jesús, dándole gracias (vs. 15-16).

  • Es la actitud del verdadero creyente: reconocer lo que el Señor regala, darle gracias, alabarle.

    3. Los otros leprosos

  • Se portan con ingratitud. No reconocen el don recibido. Se quedan solamente en la religiosidad exterior. Cumplen con el rito de ir a los sacerdotes para “recibir el certificado” de que ya quedaron limpios de la lepra. Se olvidan de lo más importante: agradecer al Señor el don de la curación.

  • Se privan así del mayor regalo: reconocer que Jesús es el Mesías y recibir la plenitud del don: la fe, confianza total en el Señor.

  • Son la imagen de aquellos que confían en sí mismos. Que han convertido la relación con Dios en un ritualismo: cumplir, obedecer la ley, obedecer los mandamientos. Y que se creen buenos porque cumplen la Ley, pensando que la Ley los salva.


    3. MEDITA (Qué me dice la Palabra de Dios)

  • ¿Con qué personaje me identifico más? ¿Con qué actitud me presento habitualmente ante Dios?

  • ¿Reconozco todos los dones que el Padre me regala, y, sobre todo, el mayor regalo de su Hijo Jesús?

  • ¿Cuánto tiempo dedico cada día a la alabanza y al agradecimiento por lo que soy, gracias al amor que mi Padre me tiene y me manifiesta en Jesús?


    4. ORA (Qué le respondo al Señor)

  • Dedico estos minutos a agradecer al Señor vivamente por todo lo que me ha regalado y me sigue regalando: ser hijo suyo por el bautismo, discípulo y hermano de su Hijo Jesús, hermano con los hermanos, las personas, y más, los cristianos.

  • Recordar el himno que Pablo trae al principio de su carta a los Efesios (1, 3- 14):

  • Él nos eligió en Cristo... él nos destinó... movido por su amor... para ser un himno de alabanza a la gloriosa gracia que derramó sobre nosotros por medio de su Hijo querido.

  • Reconozco y agradezco al Señor todos los dones que me otorga gratuitamente.


    5. CONTEMPLA.

  • A Jesús, que hace el bien a todos sin discriminar por causa de la nacionalidad o de la situación en que se encuentra.

  • A Jesús que es el mejor regalo que el Padre nos da.

  • Al Padre, que, movido por su amor, nos eligió, nos predestinó en su Hijo Jesús para ser alabanza de su gloria.

  • Al Espíritu, que en Él hemos sido sellados y es garantía de nuestra gloria.


    6. ACTÚA

  • Quiero que mi vida (actitudes, sentimientos, intenciones, obras...) sea un himno de alabanza a su gloria (Ef 1, 6).

  • Cada día y a lo largo del día haré actos de confianza, de agradecimiento y de entrega al Padre el Amante, a Jesús el Amado y al Espíritu Santo el Amor (San Agustín ).

  • Recitamos: ¡Espada de dos filos!

    ¡Espada de dos filos
    es, Señor, tu Palabra!
    Penetra como fuego
    y divide la entraña.

    ¡Nada como tu voz,
    es terrible tu espada!
    ¡Nada como tu aliento,
    es dulce tu Palabra!

    Tenemos que vivir
    encendida la lámpara,
    que para virgen necia
    no es posible la entrada.
    No basta con gritar
    sólo palabras vanas,
    ni tocar a la puerta
    cuando ya está cerrada.

    Espada de dos filos
    que me cercena el alma.
    Que hiere a sangre y fuego
    esta carne mimada,
    que mata los ardores
    para encender la gracia.

    Vivir de tus incendios,
    luchar por tus batallas,
    dejar por los caminos
    rumor de tus sandalias.
    ¡Espada de dos filos
    es, Señor, tu Palabra! Amén.

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