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jueves

Meditar es recordar, gustar y contemplar




Hay dos modos de ver la vida: estarse lamentando de todo aquello que no tenemos o gustar y agradecer
todo lo que tenemos. Podemos pasar la vida amargados por todo aquello que no nos dan o ser felices
y agradecidos por todo lo recibido, aún sin merecerlo.
cascadas

Se requiere un enfoque positivo.

No ver el vaso medio vacío sino medio lleno. Si pasas la vida mirando sólo lo que te falta y no valorando,
disfrutando y agradeciendo todo lo que tienes, sería algo injusto y hasta enfermizo.
Tal vez sea una buena idea hacer cada uno nuestra lista de los dones recibidos, que creemos deberíamos
valorar y agradecer.
Escribo aquí rápido, como me viene, mi propia lista:
  • Mi amistad con Dios
  • El don de la fe
  • Celebrar y recibir a Cristo Eucaristía todos los días
  • Ofrecer el amor y el perdón de Dios a través de la confesión
  • Mi familia carnal
  • Mi familia religiosa: la Legión de Cristo y el Regnum Christi
  • El sacerdocio
  • Mi comunidad, mi equipo de trabajo y mis compañeros de lucha
  • Mis amigos y la oportunidad de conocer gente maravillosa cada día
  • Tantas cosas sencillas que disfruto: el canto de los pájaros, la brisa, el sonido del agua en la fuente, el aroma del café, los árboles, ...

El cuidado paterno de Dios es una verdad patente en nuestras vidas.

La cuestión está en percibir las muestras de la presencia de Dios y de su amor. Valorarlo y agradecerlo todo.
Al hacer la meditación cada día, recordemos y saboreemos todo el amor que Dios ha puesto y sigue poniendo, y démosle las gracias. Expresiones del amor de Dios las hay en abundancia:
- La maravilla del universo que está gritando que el amor de Dios se desbordó.
- El don de la vida, del bautismo, de la familia...
- La encarnación del Verbo de Dios, su pasión y muerte en la cruz, su ascensión, el don del Espíritu Santo, sólo se pueden entender desde la perspectiva del amor de la Santísima Trinidad. "En esto consiste el amor: en que Dios nos amó primero" (1 Jn 4, 10) y "nos entregó a su propio Hijo para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna" (Jn 3, 16).
"El Padre me ama porque doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y para recobrarla de nuevo" (Jn 10,17-18). El Hijo de Dios se entrega a sí mismo «por mí» (Ga 2,20) y por muchos para el perdón de los pecados (Mc 14, 22-24).

El amor de Dios es como una cascada.

Una cascada se entrega de manera continua, abundante, gratuita, siempre nueva. Pensemos en las cataratas de Iguazú, ubicadas en la frontera entre Argentina y Brasil. Una de las siete maravillas naturales del mundo. Tienen 275 saltos de hasta 80 metros de altura. Se calcula un caudal de 1500 metros cúbicos por segundo y hay momentos, como el del pasado mes de agosto, en que alcanza los 13,000 metros cúbicos por segundo.
cascada iguazu
El amor de Dios es como una cascada que se desborda en un gesto de pura bondad, una cascada generosa, fecunda, que no tiene principio ni tendrá fin.

Dos grandes momentos de la meditación:

Encontramos entonces dos grandes momentos en el desarrollo de la meditación:
a) Acoger y gustar el amor de Dios: percibir, advertir, reconocer, recibir, "escuchar", disfrutar la infinidad de dones de Dios, expresiones de su amor personal a cada uno.
b) Corresponder al amor de Dios: darle las gracias, alabarlo, acompañarlo, pedirle perdón, imitarlo, seguirlo...
Y no sólo hacer esto durante la meditación, sino a lo largo de la jornada. A algunas personas les he regalado una pequeña imagen del Niño Jesús para que la traigan en el bolsillo y en cualquier momento de la jornada o durante la meditación puedan ponerla en la palma de su mano y apretarla recordando el grande amor que Dios nos tiene. La idea me la dio un buen amigo mío que un día me contó que siempre llevaba en el bolsillo del pantalón un crucifijo y de cuando en cuando metía la mano a la bolsa, lo agarraba por unos segundos y valoraba así el inmenso amor que Jesucristo nos tiene.
¿Quieres hacer tu propia lista de dones recibidos de Dios?
______
Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando siempre la fuente www.la-oracion.com y el nombre del autor, procurando mantener las ligas internas al artículo.
 
Nancy Kellar. Hermana de la caridad en Nueva York. Entrevistada por el periódico La Razón. 17 Enero 11 - Madrid - Miriam Arribas.
Acudió como predicadora a la Asamblea de la Renovación Carismática que Madrid celebró hace unos días,  donde dejó boquiabiertos a todos los asistentes con sus historias y sus consejos para tener siempre preparado el corazón para recibir el amor de Dios.
–Háblenos de la Comunidad de Hermanas que usted preside en Nueva York.
Hace 35 años fundé una casa de oración y un centro de evangelización, que se centra en la oración con Jesús. Se hacen retiros espirituales para acercarnos más al Señor a través de la oración y el perdón. La misión es muy sencilla, abrir nuestro corazón para recibir el amor de Dios, entendiendo su mensaje y así hacernos más sencillos para poder comprender que Dios nos ama y está siempre con nosotros.
–¿ En qué país le ha costado más predicar el mensaje de Dios? 
En la mayoría de los países en los que he estado, siempre he tenido una aceptación muy buena; al fin y al cabo, casi todo el mundo está dispuesto a escuchar el mensaje que Jesús nos quiere transmitir cada día. Lo importante  es tener nuestro corazón preparado para recibir ese mensaje y así conseguiremos ser más felices en la vida, porque Jesús nos transmite muchas cosas, sobre todo paz y felicidad.
–¿Cuál es el tema más frecuente durante sus enseñanzas?
El tema fundamental  es el amor de Dios pero, sobre todo, que siempre hay más, es decir, nunca nos tenemos que conformar con lo que tenemos, sino que hay que seguir buscando y encontraremos que hay mucho más que descubrir en el amor de Dios, ya que no solo es una experiencia de una sola vez, sino que es continua.
–¿Cuándo se dio cuenta de que quería formar parte de la vida del Señor?
Desde pequeña me di cuenta de que la vida sin el amor de Dios no tenía sentido, empezé a estudiar teología y espiritualidad en el seminario de la Inmaculada Concepción en Nueva Jersey y, desde entonces, mi vida siempre ha estado basada en Jesús y en el amor que Él nos profesa. Por eso, llevo muchos años predicando este amor por muchos países en todo el mundo, porque es bueno que la gente conozca que sin el amor de Dios es difícil vivir.
–¿Cómo podemos aumentar la relación con Dios?
Lo primero que tenemos que hacer es abrir nuestro corazón para que ese amor llegue a nosotros, y por supuesto, desearlo. Y también es importante encontrar una persona en la que confiar para que podamos experimentar más a fondo el amor que Dios nos quiere transmitir.
–¿Qué consejo nos da para encontrarnos con Jesús ?
Tenemos que quedarnos un momento en silencio y pedir al Espíritu Santo que venga a nosotros y penetre en nuestros corazones,así, pediremos que el Espíritu Santo se libere en nuestro corazón para poder acercarnos a Dios. Para ello, tenemos que reconocernos pecadores, para que así Jesús nos perdone y su amor quede impregnado en nuestro interior para siempre.

Talleres de oración del P. Evaristo Sada, L.C.



El objetivo es que durante los cursos-talleres los participantes vivan la experiencia interior del amor de Dios, que perciban Su presencia en el propio corazón y en todo lo que les rodea, que aprendan a escucharle y a hablar con Él, que gusten y contemplen la belleza de Dios. Que descubran cómo Dios quiere estar cerca a lo largo del día, por más normal y mundana que pueda parecer la propia vida.

Que descubran y disfruten una nueva bienaventuranza: ¡Felices los que oran! Porque ellos experimentarán el abrazo de Dios.
Para lo cual, procuro que los cursos tengan las siguientes características: 
1. Bajo la acción del Espíritu Santo. Sin Él, nada podemos hacer en el orden de la gracia. Desde la preparación del curso y más todavía durante el curso mismo: invocar la acción del Espíritu Santo. El crecimiento en la oración es un don. Pedirle que la luz y el calor de Su amor inunden hasta lo más hondo nuestras almas, nuestras familias y comunidades. Que como sucedió con los primeros cristianos, el fuego del amor de Cristo, desde cada corazón ardiente, se propague hasta los confines de la tierra. Esta súplica debe estar muy presente en la oración del director del curso, de los participantes y de otras personas o comunidades que nos apoyen con sus oraciones.

2. Escuchar, de verdad entender lo que cada auditorio necesita y que sea eso lo que encuentren. Antes de cada curso hago una encuesta a los participantes, para entender su situación, saber lo que esperan, lo que necesitan, etc. Y preparar el curso para ellos. No es buena práctica el tomar un libro y repetirlo a cualquier grupo o el pedir apuntes prestados y hacer un “recalentado”. Escuchar, entender al auditorio, preparar y dar lo que ellos necesitan.

3. Solidez doctrinal (Biblia, Catecismo, Magisterio, Santos Padres, maestros de la vida espiritual).

4. Enfoque existencial, muy humano. Para ello lo  más importante es hablar desde la propia experiencia. Siempre da algo de reparo hablar de lo que uno lleva dentro. Al menos yo siento que no hay nada que pueda aprovechar a otros. Pero hay que hacerse violencia, abrir el alma y partir de allí, sin temor a abrir las propias dudas, inquietudes, etc. Y tocar la realidad de la vida diaria de los participantes.

5. Método vivencial. Poca materia y a fondo. Pocas conferencias, muchos talleres y oración. Es indispensable ayudar a las personas a vivir, a experimentar la belleza y la grandeza del encuentro personal con Cristo.

6. Acompañamiento personal. Que durante el curso haya suficientes directores espirituales y confesores para atender personalmente a todos los participantes. Y que luego les den seguimiento.

7. Sencillez y practicidad. No complicar las cosas, cuanto más simple mejor. Dios es simple. La oración debe ser simple. Ofrecer medios, recursos y consejos muy prácticos, cuidando que no sean demasiados y pidiendo a los participantes que antes de salir del curso tomen determinaciones prácticas-prácticas de una, dos o tres cosas, no más, que van a hacer para dar un paso adelante en su vida de oración.

8. Apoyo comunitario, clima familiar, espontáneo, respetuoso y amistoso.

9. Con amplios espacios de silencio y oración personal y comunitaria. No es un retiro, sino un curso, pero el mejor modo de aprender es en la práctica, además de que es lo primero que la gente va buscando: paz, reflexión, soledad consigo mismos y con Dios.

10. En un lugar bello, silencioso, en contacto con la naturaleza.

¿Tienes experiencia de cursos o talleres de oración que te hayan ayudado de manera especial? 
Leer más



Hay dos modos de ver la vida: estarse lamentando de todo aquello que no tenemos o gustar y agradecer
todo lo que tenemos. Podemos pasar la vida amargados por todo aquello que no nos dan o ser felices
y agradecidos por todo lo recibido, aún sin merecerlo.
cascadas

Se requiere un enfoque positivo.

No ver el vaso medio vacío sino medio lleno. Si pasas la vida mirando sólo lo que te falta y no valorando,
disfrutando y agradeciendo todo lo que tienes, sería algo injusto y hasta enfermizo.
Tal vez sea una buena idea hacer cada uno nuestra lista de los dones recibidos, que creemos deberíamos
valorar y agradecer.
Escribo aquí rápido, como me viene, mi propia lista:
  • Mi amistad con Dios
  • El don de la fe
  • Celebrar y recibir a Cristo Eucaristía todos los días
  • Ofrecer el amor y el perdón de Dios a través de la confesión
  • Mi familia carnal
  • Mi familia religiosa: la Legión de Cristo y el Regnum Christi
  • El sacerdocio
  • Mi comunidad, mi equipo de trabajo y mis compañeros de lucha
  • Mis amigos y la oportunidad de conocer gente maravillosa cada día
  • Tantas cosas sencillas que disfruto: el canto de los pájaros, la brisa, el sonido del agua en la fuente, el aroma del café, los árboles, ...

El cuidado paterno de Dios es una verdad patente en nuestras vidas.

La cuestión está en percibir las muestras de la presencia de Dios y de su amor. Valorarlo y agradecerlo todo.
Al hacer la meditación cada día, recordemos y saboreemos todo el amor que Dios ha puesto y sigue poniendo, y démosle las gracias. Expresiones del amor de Dios las hay en abundancia:
- La maravilla del universo que está gritando que el amor de Dios se desbordó.
- El don de la vida, del bautismo, de la familia...
- La encarnación del Verbo de Dios, su pasión y muerte en la cruz, su ascensión, el don del Espíritu Santo, sólo se pueden entender desde la perspectiva del amor de la Santísima Trinidad. "En esto consiste el amor: en que Dios nos amó primero" (1 Jn 4, 10) y "nos entregó a su propio Hijo para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna" (Jn 3, 16).
"El Padre me ama porque doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y para recobrarla de nuevo" (Jn 10,17-18). El Hijo de Dios se entrega a sí mismo «por mí» (Ga 2,20) y por muchos para el perdón de los pecados (Mc 14, 22-24).

El amor de Dios es como una cascada.

Una cascada se entrega de manera continua, abundante, gratuita, siempre nueva. Pensemos en las cataratas de Iguazú, ubicadas en la frontera entre Argentina y Brasil. Una de las siete maravillas naturales del mundo. Tienen 275 saltos de hasta 80 metros de altura. Se calcula un caudal de 1500 metros cúbicos por segundo y hay momentos, como el del pasado mes de agosto, en que alcanza los 13,000 metros cúbicos por segundo.
cascada iguazu
El amor de Dios es como una cascada que se desborda en un gesto de pura bondad, una cascada generosa, fecunda, que no tiene principio ni tendrá fin.

Dos grandes momentos de la meditación:

Encontramos entonces dos grandes momentos en el desarrollo de la meditación:
a) Acoger y gustar el amor de Dios: percibir, advertir, reconocer, recibir, "escuchar", disfrutar la infinidad de dones de Dios, expresiones de su amor personal a cada uno.
b) Corresponder al amor de Dios: darle las gracias, alabarlo, acompañarlo, pedirle perdón, imitarlo, seguirlo...
Y no sólo hacer esto durante la meditación, sino a lo largo de la jornada. A algunas personas les he regalado una pequeña imagen del Niño Jesús para que la traigan en el bolsillo y en cualquier momento de la jornada o durante la meditación puedan ponerla en la palma de su mano y apretarla recordando el grande amor que Dios nos tiene. La idea me la dio un buen amigo mío que un día me contó que siempre llevaba en el bolsillo del pantalón un crucifijo y de cuando en cuando metía la mano a la bolsa, lo agarraba por unos segundos y valoraba así el inmenso amor que Jesucristo nos tiene.
¿Quieres hacer tu propia lista de dones recibidos de Dios?
______
Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando siempre la fuente www.la-oracion.com y el nombre del autor, procurando mantener las ligas internas al artículo.
 
Nancy Kellar. Hermana de la caridad en Nueva York. Entrevistada por el periódico La Razón. 17 Enero 11 - Madrid - Miriam Arribas.
Acudió como predicadora a la Asamblea de la Renovación Carismática que Madrid celebró hace unos días,  donde dejó boquiabiertos a todos los asistentes con sus historias y sus consejos para tener siempre preparado el corazón para recibir el amor de Dios.
–Háblenos de la Comunidad de Hermanas que usted preside en Nueva York.
Hace 35 años fundé una casa de oración y un centro de evangelización, que se centra en la oración con Jesús. Se hacen retiros espirituales para acercarnos más al Señor a través de la oración y el perdón. La misión es muy sencilla, abrir nuestro corazón para recibir el amor de Dios, entendiendo su mensaje y así hacernos más sencillos para poder comprender que Dios nos ama y está siempre con nosotros.
–¿ En qué país le ha costado más predicar el mensaje de Dios? 
En la mayoría de los países en los que he estado, siempre he tenido una aceptación muy buena; al fin y al cabo, casi todo el mundo está dispuesto a escuchar el mensaje que Jesús nos quiere transmitir cada día. Lo importante  es tener nuestro corazón preparado para recibir ese mensaje y así conseguiremos ser más felices en la vida, porque Jesús nos transmite muchas cosas, sobre todo paz y felicidad.
–¿Cuál es el tema más frecuente durante sus enseñanzas?
El tema fundamental  es el amor de Dios pero, sobre todo, que siempre hay más, es decir, nunca nos tenemos que conformar con lo que tenemos, sino que hay que seguir buscando y encontraremos que hay mucho más que descubrir en el amor de Dios, ya que no solo es una experiencia de una sola vez, sino que es continua.
–¿Cuándo se dio cuenta de que quería formar parte de la vida del Señor?
Desde pequeña me di cuenta de que la vida sin el amor de Dios no tenía sentido, empezé a estudiar teología y espiritualidad en el seminario de la Inmaculada Concepción en Nueva Jersey y, desde entonces, mi vida siempre ha estado basada en Jesús y en el amor que Él nos profesa. Por eso, llevo muchos años predicando este amor por muchos países en todo el mundo, porque es bueno que la gente conozca que sin el amor de Dios es difícil vivir.
–¿Cómo podemos aumentar la relación con Dios?
Lo primero que tenemos que hacer es abrir nuestro corazón para que ese amor llegue a nosotros, y por supuesto, desearlo. Y también es importante encontrar una persona en la que confiar para que podamos experimentar más a fondo el amor que Dios nos quiere transmitir.
–¿Qué consejo nos da para encontrarnos con Jesús ?
Tenemos que quedarnos un momento en silencio y pedir al Espíritu Santo que venga a nosotros y penetre en nuestros corazones,así, pediremos que el Espíritu Santo se libere en nuestro corazón para poder acercarnos a Dios. Para ello, tenemos que reconocernos pecadores, para que así Jesús nos perdone y su amor quede impregnado en nuestro interior para siempre.

Talleres de oración del P. Evaristo Sada, L.C.



El objetivo es que durante los cursos-talleres los participantes vivan la experiencia interior del amor de Dios, que perciban Su presencia en el propio corazón y en todo lo que les rodea, que aprendan a escucharle y a hablar con Él, que gusten y contemplen la belleza de Dios. Que descubran cómo Dios quiere estar cerca a lo largo del día, por más normal y mundana que pueda parecer la propia vida.

Que descubran y disfruten una nueva bienaventuranza: ¡Felices los que oran! Porque ellos experimentarán el abrazo de Dios.
Para lo cual, procuro que los cursos tengan las siguientes características: 
1. Bajo la acción del Espíritu Santo. Sin Él, nada podemos hacer en el orden de la gracia. Desde la preparación del curso y más todavía durante el curso mismo: invocar la acción del Espíritu Santo. El crecimiento en la oración es un don. Pedirle que la luz y el calor de Su amor inunden hasta lo más hondo nuestras almas, nuestras familias y comunidades. Que como sucedió con los primeros cristianos, el fuego del amor de Cristo, desde cada corazón ardiente, se propague hasta los confines de la tierra. Esta súplica debe estar muy presente en la oración del director del curso, de los participantes y de otras personas o comunidades que nos apoyen con sus oraciones.

2. Escuchar, de verdad entender lo que cada auditorio necesita y que sea eso lo que encuentren. Antes de cada curso hago una encuesta a los participantes, para entender su situación, saber lo que esperan, lo que necesitan, etc. Y preparar el curso para ellos. No es buena práctica el tomar un libro y repetirlo a cualquier grupo o el pedir apuntes prestados y hacer un “recalentado”. Escuchar, entender al auditorio, preparar y dar lo que ellos necesitan.

3. Solidez doctrinal (Biblia, Catecismo, Magisterio, Santos Padres, maestros de la vida espiritual).

4. Enfoque existencial, muy humano. Para ello lo  más importante es hablar desde la propia experiencia. Siempre da algo de reparo hablar de lo que uno lleva dentro. Al menos yo siento que no hay nada que pueda aprovechar a otros. Pero hay que hacerse violencia, abrir el alma y partir de allí, sin temor a abrir las propias dudas, inquietudes, etc. Y tocar la realidad de la vida diaria de los participantes.

5. Método vivencial. Poca materia y a fondo. Pocas conferencias, muchos talleres y oración. Es indispensable ayudar a las personas a vivir, a experimentar la belleza y la grandeza del encuentro personal con Cristo.

6. Acompañamiento personal. Que durante el curso haya suficientes directores espirituales y confesores para atender personalmente a todos los participantes. Y que luego les den seguimiento.

7. Sencillez y practicidad. No complicar las cosas, cuanto más simple mejor. Dios es simple. La oración debe ser simple. Ofrecer medios, recursos y consejos muy prácticos, cuidando que no sean demasiados y pidiendo a los participantes que antes de salir del curso tomen determinaciones prácticas-prácticas de una, dos o tres cosas, no más, que van a hacer para dar un paso adelante en su vida de oración.

8. Apoyo comunitario, clima familiar, espontáneo, respetuoso y amistoso.

9. Con amplios espacios de silencio y oración personal y comunitaria. No es un retiro, sino un curso, pero el mejor modo de aprender es en la práctica, además de que es lo primero que la gente va buscando: paz, reflexión, soledad consigo mismos y con Dios.

10. En un lugar bello, silencioso, en contacto con la naturaleza.

¿Tienes experiencia de cursos o talleres de oración que te hayan ayudado de manera especial? 

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