De la vida de esta gran mística podemos aprender algo muy importante para nuestra vida en el mundo de hoy: la fe no se vive en solitario. O, por lo menos, es muy difícil vivirla. En un mundo tan agresivo como el nuestro, tan contrario a lo que queremos vivir, la compañía de personas que nos apoyen, que crean como nosotros, que luchen como nosotros, es fundamental.
¿Y en la oración? Sucede lo mismo. Cuando oramos juntos, lo hacemos con más intensidad. El mismo Cristo nos lo dijo: «donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 20). La misma oración que Él nos enseñó no es “Padre Mío”, sino “Padre Nuestro”. Por eso la celebración de la Eucaristía cada domingo es un acto de unión con toda la comunidad de una ciudad. Por eso reunirse a rezar el rosario en familia fortalece la unión entre todos. Por eso los religiosos buscan unirse a lo largo del día para rezar en comunidad todos juntos.
Yo me atrevería a algo más. ¿Por qué no reunirse de vez en cuando a hablar de cosas espirituales entre amigos? Así como hablo del último partido de futbol, de la última boda del famoso de turno, de la película del fin de semana, ¿por qué no tratar cómo va nuestra oración, qué elementos nos ayudan, etcétera?
¡Claro!, esto no quita que pueda (y deba) rezar en el secreto de mi corazón a Dios también. La oración es un diálogo de corazón a Corazón. Pero las peticiones llegan mucho más eficazmente al corazón de Dios cuando se hacen en conjunto. Por lo menos, así nos lo ha pedido Él mismo.
Todo esto lo entendieron muy bien Santa Gertrudis y Santa Matilde, dos amigas que se abrían sus corazones para luego abrírselo a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola Hermano de Comunidad Mundial Recuerda que DIOS te ama a qui puedes dejarnos tu comentario Gracias.