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Una evangelización en profundidad |
Durante los últimos decenios, la Iglesia en la República Democrática del Congo ha sentido la necesidad y la urgencia de proceder a lo que ella denomina una “evangelización en profundidad”.
Nuestro contexto, como en otros países africanos, ha estado, y sigue estándolo, dominado por las guerras y la violencia con sus consecuencias desastrosas sobre el hombre y la sociedad. Las guerras y la violencia han desestructurado a las personas y la vida social tanto a nivel psicológico, como moral y espiritual. Cristianos y no cristianos, frágiles, desorientados y angustiados se ponen a la búsqueda de soluciones fáciles. Las encuentran recurriendo, en nuestro perjuicio, tanto a la brujería como a las sectas e iglesias llamadas “del despertar”. Éstas, en su propuesta del Evangelio, privilegian la lucha contra los malos espíritus, a menudo identificados con los miembros cercanos de la familia, lo que destruye aún más las relaciones en el seno familiar.
Considerando estos desafíos arriba mencionados y basándonos en la experiencia de la Iglesia familia de Dios de la República Democrática del Congo, sugerimos:
Insistir sobre un nuevo dinamismo de las experiencia de las comunidades eclesiales vivas de base, como lugar donde debe ser agudizado el sentido eclesial, viviendo en una comunidad a escala humana, que se preocupe por una fe viva, de amor y de esperanza, que celebre, que rece.
Recordar la importancia de la evangelización como proceso de educación y de formación continua en la fe, poniendo al alcance de los evangelizados la Palabra de Dios gracias a la lectio divina, muchas veces recordada por el Santo Padre. Se trata de poner el acento sobre la dimensión de la experiencia de la fe, como encuentro personal con Cristo a través de la oración, la vía sacramental y una vida comprometida al servicio de los demás.
Prestar una mayor atención a la pastoral familiar. La familia es el lugar donde se forja el futuro de la humanidad y se concreta la frontera decisiva de la nueva evangelización. La familia debe ser transfigurada por la Buena Nueva de Cristo; tiene que volver a ser el lugar donde se aprende el camino de la fraternidad, del amor, de lo auténticamente humano más allá de cualquier frontera entre tribus y pueblos.
Recordar la urgente necesidad de la formación, la educación y el acompañamiento de los jóvenes. En la perspectiva de una nueva evangelización, debemos poder desarrollar una catequesis susceptible de orientar a los jóvenes hacia el encuentro personal e íntimo con Cristo. Así formados y sobrecogidos por la fuerza del Evangelio, los jóvenes podrán contribuir generosamente al surgimiento de una África tranquilizada, justa, segura y próspera.
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