Mensaje del Papa para la JMJ de Río de Janeiro 2013

Bajo el título ‘Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos’, Benedicto XVI invita a los jóvenes de todo el mundo a participar en este importante encuentro

Mensaje del Papa para la JMJ de Río de Janeiro 2013 Se dio a conocer hoy el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI a los jóvenes del mundo, con ocasión de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, Río de Janeiro 2013, que se celebrará en julio del año próximo en Brasil. Con el título “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos”, el Pontífice invita a los jóvenes de todo el mundo a participar en este importante encuentro. El Papa se dirige a los queridos jóvenes, con “un saludo lleno de alegría y afecto”, seguro de que la mayoría regresó de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Y tras recordar que este año hemos celebrado en las diferentes diócesis la alegría de ser cristianos, inspirados por el tema: “Alégrense siempre en el Señor”, destaca que ahora nos estamos preparando para la próxima Jornada Mundial, que se celebrará en Río de Janeiro, en Brasil, en el mes de julio de 2013 y renueva su invitación a participar en esta importante cita. El Santo Padre destaca que la célebre estatua del Cristo Redentor, que domina aquella hermosa ciudad brasileña, será su símbolo elocuente, poniendo de relieve que sus brazos abiertos son el signo del recibimiento que el Señor regala a cuantos acuden a él, y su corazón representa el inmenso amor que tiene por cada uno. “¡Déjense atraer por él! ¡Vivan esta experiencia del encuentro con Cristo, junto a tantos otros jóvenes que se reunirán en Río para el próximo encuentro mundial! Déjense amar por él y serán los testigos que el mundo tanto necesita”, alienta Benedicto XVI, que invita a los jóvenes a prepararse para la Jornada Mundial de Río de Janeiro, meditando desde ahora sobre el tema del encuentro: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19). Se trata –explica el Papa- de la “gran exhortación misionera que Cristo dejó a toda la Iglesia y que sigue siendo actual también hoy, dos mil años después. Esta llamada misionera tiene que resonar ahora con fuerza en sus corazones”. El año de preparación para el encuentro de Río coincide con el Año de la Fe, al comienzo del cual el Sínodo de los Obispos dedicó sus trabajos a “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Por esto, el Santo Padre expresa su alegría y anhelo de que los queridos jóvenes se involucren en este impulso misionero de toda la Iglesia: dar a conocer a Cristo, que es el don más precioso que pueden dar a los demás. “Una llamada apremiante”; “Sean discípulos de Cristo”; “Vayan”; “Lleguen a todos los pueblos”;”Hagan discípulos”;”Firmes en la fe”; “Con toda la Iglesia”; “Aquí estoy, Señor”. Son los 8 puntos que forman el Mensaje Pontificio para la JMJ de Río de Janeiro, en el que Benedicto XVI, además de evocar a su amado predecesor el beato Juan Pablo II, recuerda que al final de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, bendijo a algunos jóvenes de diversos continentes que partían en misión y que la Iglesia confía en la juventud, a la que el Papa renueva la invitación a no tener miedo, pues “Jesús, Salvador del mundo, está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. “Esta llamada, que dirijo a los jóvenes de todo el mundo, asume una particular relevancia para ustedes, queridos jóvenes de América Latina”, escribe Benedicto XVI y recuerda que en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que tuvo lugar en Aparecida en 2007, los obispos lanzaron una “misión continental”. Por lo que ahora que la Jornada Mundial de la Juventud regresa a América Latina, exhorta a todos los jóvenes del continente a transmitir a la juventud del mundo entero el entusiasmo de la fe. Finalmente Benedicto XVI desea a los jóvenes que la Virgen María, Estrella de la Nueva Evangelización, invocada también con las advocaciones de Nuestra Señora de Aparecida y Nuestra Señora de Guadalupe, los acompañe en su misión de testigos del amor de Dios y les imparte sobre ellos, con afecto, su Bendición Apostólica.