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limenta tu llama interior

 
   
Alimenta tu llama interior
Alimenta tu llama interior
Las apariencias de este mundo y la gran variedad de bienes materiales que se van introduciendo en nuestras vidas por medio del ambiente, en sí buenos y útiles, pueden hacer que nos lleven a una dependencia tal, que perdamos lo esencial de la vida. Vamos creando en torno a nosotros, necesidades que ya no podemos dejar.

Hoy vivimos en medio de muchas necesidades creadas por la sociedad y por nosotros mismos; en tiempos pasados, nadie se moría por no tenerlas. Hoy, en cambio, sin un celular en el oído o una computadora en la casa, un coche para desplazarnos, unas copitas de licor para ponernos contentos el fin de semana o incluso en medio de ella, sentimos que nos falta algo, que estamos limitados y excluidos del medio ambiente del cual formamos parte. En el fondo, lo que sentimos es que vamos perdiendo el sentido de vivir y vamos cayendo en el laberinto de lo superficial.

Con Dios, y una vida con un horizonte trascendente, cambian radicalmente nuestras expectativas, y con ella, la vida. Tenemos que cuidarnos de los oropeles de este mundo, de sus seducciones, de sus fantasías, y caminar por la senda de la verdadera vida, y no de aquella que pasa rápido sin dejar ninguna huella. Preocúpate más de tu interior que de las cosas externas...

Cuentan que un rey muy rico de la India tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales; era hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación, y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: "Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza, disipación y vanidad?"

El rey le dijo: "Te lo revelaré si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré".

Al término del paseo, el rey le preguntó: "¿Qué piensas de mis riquezas?"

La persona respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara".

El rey le dijo: "Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera".

Muchas veces deseamos vivir con mejores actitudes y tener más vida espiritual, pero sin decidirnos a apartar la mirada de las cosas que nos rodean y deslumbran con su aparente belleza.

Procuremos "ver hacia adentro" y avivar nuestra llama espiritual, pues:

Al tener nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor, podemos aprender a conocerle y amarle.

Las trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino.

Crecerá nuestro amor por la familia y nuestros semejantes, que son imagen de Dios.

Viviremos alegres en esta vida, preparándonos para alcanzar la felicidad eterna al lado de nuestros seres queridos.

Preocúpate de alimentar tu interior, de iluminarlo con la presencia de Dios, y así, lo superfluo de este mundo, pasará sin dejar heridas y vacíos en tu corazón. AL FINAL DE LA VIDA, DIOS TE PEDIRÁ CUENTAS DE ESTA LLAMA, CUÍDALA...
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Alimenta tu llama interior
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Las apariencias de este mundo y la gran variedad de bienes materiales que se van introduciendo en nuestras vidas por medio del ambiente, en sí buenos y útiles, pueden hacer que nos lleven a una dependencia tal, que perdamos lo esencial de la vida. Vamos creando en torno a nosotros, necesidades que ya no podemos dejar.

Hoy vivimos en medio de muchas necesidades creadas por la sociedad y por nosotros mismos; en tiempos pasados, nadie se moría por no tenerlas. Hoy, en cambio, sin un celular en el oído o una computadora en la casa, un coche para desplazarnos, unas copitas de licor para ponernos contentos el fin de semana o incluso en medio de ella, sentimos que nos falta algo, que estamos limitados y excluidos del medio ambiente del cual formamos parte. En el fondo, lo que sentimos es que vamos perdiendo el sentido de vivir y vamos cayendo en el laberinto de lo superficial.

Con Dios, y una vida con un horizonte trascendente, cambian radicalmente nuestras expectativas, y con ella, la vida. Tenemos que cuidarnos de los oropeles de este mundo, de sus seducciones, de sus fantasías, y caminar por la senda de la verdadera vida, y no de aquella que pasa rápido sin dejar ninguna huella. Preocúpate más de tu interior que de las cosas externas...

Cuentan que un rey muy rico de la India tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales; era hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación, y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: "Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza, disipación y vanidad?"

El rey le dijo: "Te lo revelaré si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré".

Al término del paseo, el rey le preguntó: "¿Qué piensas de mis riquezas?"

La persona respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara".

El rey le dijo: "Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera".

Muchas veces deseamos vivir con mejores actitudes y tener más vida espiritual, pero sin decidirnos a apartar la mirada de las cosas que nos rodean y deslumbran con su aparente belleza.

Procuremos "ver hacia adentro" y avivar nuestra llama espiritual, pues:

Al tener nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor, podemos aprender a conocerle y amarle.

Las trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino.

Crecerá nuestro amor por la familia y nuestros semejantes, que son imagen de Dios.

Viviremos alegres en esta vida, preparándonos para alcanzar la felicidad eterna al lado de nuestros seres queridos.

Preocúpate de alimentar tu interior, de iluminarlo con la presencia de Dios, y así, lo superfluo de este mundo, pasará sin dejar heridas y vacíos en tu corazón. AL FINAL DE LA VIDA, DIOS TE PEDIRÁ CUENTAS DE ESTA LLAMA, CUÍDALA...

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