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¿Cómo puedo yo estar llamado a la santidad, si soy una calamidad?


La santidad a la que estamos llamados todos los seres humanos se puede dar en muchos frentes y en un gran abanico de posibilidades
 
 ¿Cómo puedo  yo estar llamado a la santidad, si soy una calamidad?
¿Cómo puedo yo estar llamado a la santidad, si soy una calamidad?
¿Podemos ser todos santos?, ¿Estamos todos llamados a la santidad?... es una cuestión que me da vueltas en la cabeza, y que anoche no me dejó dormir bien.

¿Cómo es posible que pueda yo estar llamado a la santidad, si soy una calamidad?

Después de mucho pensar, llegué a la conclusión de que sí, pues desde el momento en que leí la vida de San Agustín, me identifiqué un poco con su vida. Ahora la cuestión es si será demasiado tarde para pavimentar este camino y si encontraré los medios necesarios para llegar al final de este recorrido.

La santidad a la que estamos llamados todos los seres humanos se puede dar en muchos frentes y en un gran abanico de posibilidades, pues no necesariamente se debe llevar a cabo en la vida consagrada religiosa o sacerdotal, también es un muy buen medio la vida marital, la vida laboral, en la vida cotidiana; con el ejemplo de rectitud de vida, de conciencia, de actos, hacer las cosas sin un doble sentido, pensando en que si yo estuviera en la posición de la otra persona no me gustaría ser tratado de tal o cual manera.

Cristo, en sus tres años de vida pública, me dice esto mismo, pues a todos los trataba de una forma digna, a veces dura, pero sin faltar al respeto; en sus parábolas nos dice que tenemos que morir a nosotros mismos para dar frutos y en esto veo otro medio de santificación. Cristo llévame de tu mano en este camino, para que nunca más pueda apartarme de tu lado, pues tú nunca me dejaste y yo si me aleje de ti.

Todos estamos llamados a ser santos de una forma u otra, ahora el tema es saber aceptarlo y asumir esta realidad que nos toca vivir, pues es un llamado fuerte y claro, con el cual no podemos hacernos los sordos, ciegos y mudos ante esta verdad.

Tenemos que ser obreros de la vid del Señor

Tenemos que ser el administrador que vela mientras el amo no está

Tengo que ser como el trabajador que duplicó los dones entregados por su Señor

Tengo que ser como la mujer que tenía una hemorragia y confia en el señor y la sana

Tengo que ser como Juan El Bautista identificado con el reino de los cielos

Tengo que ser como María que siempre dijo sí a la voluntad de Dios

Tengo que ser como Pedro con su ímpetu para con su Señor

Tengo que ser sabio como San Pablo

Tengo que ser dócil como un niño

Tengo que tener una fe ciega en Dios y un espíritu dócil para escuchar su voz y sin duda alguna me santificaré.
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La santidad a la que estamos llamados todos los seres humanos se puede dar en muchos frentes y en un gran abanico de posibilidades
 
 ¿Cómo puedo  yo estar llamado a la santidad, si soy una calamidad?
¿Cómo puedo yo estar llamado a la santidad, si soy una calamidad?
¿Podemos ser todos santos?, ¿Estamos todos llamados a la santidad?... es una cuestión que me da vueltas en la cabeza, y que anoche no me dejó dormir bien.

¿Cómo es posible que pueda yo estar llamado a la santidad, si soy una calamidad?

Después de mucho pensar, llegué a la conclusión de que sí, pues desde el momento en que leí la vida de San Agustín, me identifiqué un poco con su vida. Ahora la cuestión es si será demasiado tarde para pavimentar este camino y si encontraré los medios necesarios para llegar al final de este recorrido.

La santidad a la que estamos llamados todos los seres humanos se puede dar en muchos frentes y en un gran abanico de posibilidades, pues no necesariamente se debe llevar a cabo en la vida consagrada religiosa o sacerdotal, también es un muy buen medio la vida marital, la vida laboral, en la vida cotidiana; con el ejemplo de rectitud de vida, de conciencia, de actos, hacer las cosas sin un doble sentido, pensando en que si yo estuviera en la posición de la otra persona no me gustaría ser tratado de tal o cual manera.

Cristo, en sus tres años de vida pública, me dice esto mismo, pues a todos los trataba de una forma digna, a veces dura, pero sin faltar al respeto; en sus parábolas nos dice que tenemos que morir a nosotros mismos para dar frutos y en esto veo otro medio de santificación. Cristo llévame de tu mano en este camino, para que nunca más pueda apartarme de tu lado, pues tú nunca me dejaste y yo si me aleje de ti.

Todos estamos llamados a ser santos de una forma u otra, ahora el tema es saber aceptarlo y asumir esta realidad que nos toca vivir, pues es un llamado fuerte y claro, con el cual no podemos hacernos los sordos, ciegos y mudos ante esta verdad.

Tenemos que ser obreros de la vid del Señor

Tenemos que ser el administrador que vela mientras el amo no está

Tengo que ser como el trabajador que duplicó los dones entregados por su Señor

Tengo que ser como la mujer que tenía una hemorragia y confia en el señor y la sana

Tengo que ser como Juan El Bautista identificado con el reino de los cielos

Tengo que ser como María que siempre dijo sí a la voluntad de Dios

Tengo que ser como Pedro con su ímpetu para con su Señor

Tengo que ser sabio como San Pablo

Tengo que ser dócil como un niño

Tengo que tener una fe ciega en Dios y un espíritu dócil para escuchar su voz y sin duda alguna me santificaré.

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